La entrada del niño/a al centro escolar, puede ocasionar en vosotros los papas y las mamás un poco de desconcierto. Para ello, os dejamos unas pautas sobre como actuar en este proceso tan importante para vuestro hijo/a y para todos vosotr@s.
Esperamos que os sirva de ayuda , nos ayudéis y sólo sea en vuestro hijo/a un proceso más de los cambios que a lo largo de su vida acontecerán.
ADAPTACION DEL NIÑO AL CENTRO ESCOLAR
Imaginemos el siguiente ejemplo: Nos hemos ido a un país extranjero,
donde nunca habíamos estado. Un lugar que no conocemos, en el que no sabemos
movernos, es diferente, las personas que están allí son desconocidas para
nosotros. Además de todo esto, nuestra pareja, nuestro mejor amigo… al que
queremos y en quien confiamos plenamente, nos deja solo en ese lugar del
que no podemos salir, en el que no queremos estar..
Nosotros, adultos, maduros, razonables… ¿Cómo nos sentiríamos? Seguramente
abandonados. Nuestra ansiedad y rechazo a la situación haría que algunos
respondiéramos con tristeza, otros con agresividad, falta de
apetito, problemas de sueño, irritabilidad… Pero el caso es que al rato
nuestra pareja, nuestro amigo, vuelve a recogernos.
¿Cómo respondemos ante él?
Posiblemente algunos con agresividad, otros con tristeza, comiendo mal… las
reacciones son diversas. Pero ahí no acaba la cosa resulta que al día
siguiente vuelven a dejarme donde no quiero estar… y así todos los días.
¿De qué nos extrañamos? ¿no son acaso normales las reacciones de nuestros
niños? Debemos entenderlos, nosotros los padres y educadores no podemos ignorar
estas situaciones, pensando que ya se les pasará.
Pasemos a entenderlos y comprenderlos, conozcamos cuales son los dos
mecanismos que se ponen en marcha durante la adaptación. A lo
largo de la vida las personas debemos enfrentarnos a nuevas situaciones
continuamente. Esto mismo ocurre en el caso de los niños pequeños. La
diferencia está en que los pequeños no saben que es lo que está ocurriendo
y reaccionan con conductas tales como llanto, sujetarse fuertemente a
la pierna de su padre o esconderse tras la madre buscando seguridad
ante lo desconocido; mientras que los adultos sabemos que es una
situación normal, y lo que está causando la ansiedad es la novedad de
esta. Esto lo aprenderán los niños según vayan evolucionando y
habituándose a que la vida se desarrolla en numerosos ambientes.
Ante esta nueva situación podemos encontrarnos
principalmente con dos tipos de reacciones en el niño:
• Miedo a los extraños
• Ansiedad ante la separación de los padres
El miedo a los extraños no es negativo, sino que es un proceso de adaptación cuya finalidad
es proteger al niño de posibles daños. Ocurre con mayor frecuencia
entre los siete y once meses de edad, desapareciendo a partir de los
dos-tres años. Si yo me acerco a un niño de tres, cuatro, cinco… meses
de edad y le digo cositas agradables, el niño no muestra ningún recelo
incluso dependiendo de su carácter se ríe, mueve las manos y pies en señal
de alegría… es decir a pesar de que soy una extraña para el niño,
este no muestra inseguridad, incluso hasta puedo decirle que se venga
conmigo, alargar los brazos y el niño con total normalidad, está en mis
brazos, más feliz que unas castañuelas.
Pero probemos a hacer esto con un niño de 12 meses de edad y ¡verás
lo que ocurre!, con mucha frecuencia el niño muestra desconfianza,
se pone serio, su postura corporal se dirige hacia los padres, y si le
decimos que se venga en brazos con nosotros, pues como, que no está por la
labor.
El MIEDO A LOS EXTRAÑOS HA APARECIDO
Entonces el trabajo de los educadores y padres es evidente, debemos
conseguir lo antes posible que el profesor deje de ser un extraño para
el niño. Para conseguirlo, éste tiene que: sonreir, acariciar,
abrazar ,besar, jugar… Algunos padres y educadores optan por una
aptitud pasiva hacia el lloro del niño, consideran que es el proceso
normal, y ya se les pasará.
En parte llevan razón, pero los adultos podemos conseguir con
nuestra actitud que el proceso sea más rápido y el niño se sienta antes
feliz en la escuela. Muchos niños cuando están en proceso de
adaptación, rechazan no solo a los educadores, sino a todo lo que
provenga de la escuela, y lo que suponga quedarse en ella: no se quieren quitar
el abrigo (supone quedarse), no quieren ningún juguete, no quieren los
besos de los profesores, no participan en las actividades, etc…
Todas estas actitudes de los niños hay que respetarlas y aceptarlas como
normales, pero hay que intentar siempre implicar al niño. Hay que
ofrecerles juguetes y si no los acepta, admitirlo; hay que
acariciarlo aunque no responda a ello. Intentar implicarlo en las
tareas de aula, y permitirle no participar si no lo desea… Es decir
una actitud activa, pero de respeto a su adaptación: todo irá
cambiando poco a poco.
ANSIEDAD ANTE LA SEPARACIÓN DE LOS PADRES
Generalmente ocurre entre uno y seis años de edad. Este temor se denomina “ansiedad de separación”
y hace referencia a las protestas del niño ante la marcha de alguno de sus
padres, el nerviosismo ocasionado por su ausencia y a la ansiedad
anticipada por la previsión o anticipación de su marcha.
Al igual que el miedo a los extraños, esta ansiedad es un mecanismo
protector heredado que defiende al niño de los peligros de los primeros
años de vida. Es decir cuando el niño llora, se esconde detrás del
padre, se agarra a la pierna de la madre… no es por la escuela infantil o colegio en sí mismo, sino por
lo que esta situación conlleva: encontrarse en un lugar extraño con
personas extrañas y además anticipar que va a separarse de sus padres, que
sus padres se van a marchar y le van a dejar allí ¿y si no vuelven?
Nosotros sabemos que si van a volver, pero ellos seguramente piensan ¿si
han sido capaces de dejarme aquí, van a volver? Es muy importante que
los padres no reforcemos la postura del niño accediendo a sus súplicas
de quedarse, ya que esto solo serviría para intensificar la protesta en la
siguiente ocasión en que sea necesaria la separación.
Es fundamental que los padres no mostremos tristeza o preocupación,
no cogerle en brazos, alargar la separación, los padres debemos explicar
brevemente y de forma cariñosa que nos vamos a casa o al trabajo y que más
tarde volveremos a buscarle.
Es frecuente que los padres observemos retrocesos evolutivos mientras el niño está en el periodo de adaptación
en educación infantil, es decir puede que el niño se orine cuando ya
lo controlaba, alegue molestias físicas (dolor de estómago, cabeza, vómitos…) o
tenga rabietas justo en el momento de salir de casa para ir a la escuela.
Debemos aconsejar a los padres no estimular o fomentar esas conductas:
no se las debe prestar excesiva atención. De lo contrario, favorecerá su repetición en
los siguientes días. Incluso los padres vemos como el niño ha comenzado a
tener pesadillas y se despierta llorando. En este caso es aconsejable acudir
al cuarto del niño, tranquilizarle y después que vuelva a dormir. Debemos
salir de la habitación cuando el niño todavía esté despierto porque
sino crearíamos un mal hábito de sueño.
Es de esperar que en dos semanas aproximadamente el niño conecte con los
educadores y profesores dejándolas de ver como extraños para pasar a verlos como nuevas personas que forman
parte de su nueva vida. Por lo que el temor a los extraños quedaría
resuelto en la situación del centro escolar. También es de esperar que en
ese tiempo desaparezca la ansiedad a la separación de los padres,
porque el niño comprenderá que esa separación es solo temporal, que sus
padres le dejan en la escuela por la mañana con unas personas a las que ya
conoce y aprecia, para más tarde pasar a recogerle y llevarle a casa. Es
decir, aprenderá que es una situación cotidiana, que es algo habitual y
agradable. En conclusión, que el niño llore o proteste los primeros
días de la escuela es algo adaptativo, ya que intenta protegerse de
posibles peligros.
PAUTAS A PADRES/MADRES Y EDUCADORES/PROFESORES
PARA FACILITAR LA ADAPTACIÓN DE LOS NIÑOS A LA ESCUELA
Vamos a dar 14 pautas (13+1, realmente) para ayudaros a que los primeros
días del periodo de adaptación en educación infantil de tu pequeñ@,
sea lo mejor posible.
1. No hablar delante los niños de las
ventajas que tiene para los padres su ingreso en el centro
escolar (mamá y papá no te podemos/pueden cuidar porque tienen/tenemos
que trabajar, el tiempo libre que se tiene cuando se le deja en la
escuela…).
2. Hablarle en casa en términos
positivos de lo que se hace en la escuela (allí se canta mucho,
tienen muchas películas, muchos juegos…). Demostrarle desde la escuela lo positivo
y divertido que puede ser ir al centro escolar.
3. Cuidar el mensaje no verbal que
se trasmite a los niños desde los padres y educadores (expresiones de
resignación ante sus lloros, lágrimas por separarnos del niño, gestos y comentarios
de desconfianza hacia los educadores o padres). Los padres y educadores
cuando hablen deben mostrar confianza, seguridad, “como si se
conocieran de toda la vida” pues esto también trasmite al niño confianza y
seguridad en la escuela.
4. Se aconseja si es posible traer
al niño desde el primer día por su propio pie y sin prisas, portando
él mismo su cartera y con ropa cómoda.
5. Los padres deben
permanecer en la entrega del niño solo el tiempo necesario para darle un
beso, la despedida debe ser firme, rápida y sonriente. Si se tiene
que comentar algo (por parte de los padres o el educador) se aconseja que
esta charla se mantenga con el niño ya dentro.
6. Hay que interesarse y valorar todo
lo que el niño ha hecho en la escuela y sus relaciones infantiles. Igualmente
si el niño empieza a contarnos acontecimientos de casa le escuchamos con
suma atención.
7. Se recomienda que haya intercambio
de trabajos realizados en casa y en la escuela para fomentar
la relación entre ambos ambientes.
8. Se aconseja mostrar a
familiares y amigos los trabajos y nuevos aprendizajes que el niño realiza
en la escuela.
9. Es positivo que los niños
tengan también contacto con sus compañeros fuera de la escuela.
Las fiestas infantiles y los parques son de gran ayuda.
10. Fomentando
la independencia y autonomía del niño en el aseo, vestido, alimentación,
juego… disminuye su apego a los adultos, y se evita al menos parcialmente
la ansiedad ante la separación.
11. Es importante
la asistencia diaria de los niños al centro. Tened en cuenta que al
principio pueden idear todo tipo de “tretas” (rabietas, vómitos,…)
para saltarse ese día su asistencia a la escuela. No dejéis que se
salgan con la suya, obstaculizando su adaptación. De la misma forma es
importante respetar los horarios regulares del centro, eso crea “orden” en
ellos, y el orden (sin excesos) es seguridad.
12. A los
padres trasmitiros que no permitáis retrocesos evolutivos, si el niño
comía solo debe seguir haciéndolo, si ya no usaba chupete no debemos
dárselo de nuevo, si se dormía solo, debe seguir haciéndolo. Hacer este
tipo de concesiones, no ayudará al niño en su adaptación muy al contrario, fomentará
su inseguridad, y además creará problemas posteriores, que los padres tendremos
que solucionar.
13. Un niño
siempre necesita atención y sentirse amado. Esta situación que provoca en
el niño inseguridad, fundamentalmente se combate con más besos, abrazos,
juego, risas… de lo habitual.
14. Hasta ahora
hemos hablado de cómo intentar que la adaptación de nuestros hijos sea más
corta y sencilla, y también conocer mejor el porqué de sus reacciones,
pero todavía nada se ha dicho del miedo, desconsuelo, tristeza,
nerviosismo, desazón, sentimientos de culpa, preocupación… que sentimos
los padres cuando nuestros hijos lloran, nos ruegan, nos suplican con cara
de desesperación que no les dejemos en ese lugar. Lo que sentimos cuando
literalmente nos los tenemos que despegar de nuestras piernas,
arrancándolos de nuestro lado, cuando nos piden ayuda y no se la préstamos.
Lo que sentimos cuando vamos a recogerlos y no nos miran, están enfadados,
o tristes, apenas comen, vomitan, tienen pesadillas… a todos vosotros mi
admiración por la valentía y el coraje que supone enfrentarse a estas
situaciones, haciendo lo que hay que hacer un día tras otro, para que luego
digan que los padres no estamos hechos de otra madera.
Y cuando la adaptación se ha producido… Los padres debemos recordar la
siguiente idea:
“No porque un niño se quede contento al llegar a su
centro escolar quiere decir que nos quiera menos o pueda prescindir de
nosotros. Cuando esto ocurre, significa que sus padres están haciendo de
su hijo una personita independiente y segura de si misma, capaz de querernos
todavía más por ello”.
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